jueves, 7 de junio de 2012

La vejez, los viejos, lo vetusto...

No pienso en mi vejez. No tengo una visión clara de mis próximos 20 ó 30 años, en el hipotético caso de que estos existieran. Tengo 34 y no reflexiono, no me imagino o simplemente no debo pensar en los decrecientes años que me podrían quedar. Sin embargo, esto no me imposibilita reflexionar sobre los imaginarios que se plantean en torno al tema o los modelos estereotipados de las personas cuando llegan a viejas. Como en toda cuestión, uno siente, escucha y ve lo que pasa a su alrededor. Y también lee. Es por eso, por la lectura, que descubrí dos personajes en sendos libros, cuyo cualidad en común refería al estado de vida por el que atravesaban: ambas eran personas de la tercera edad. O personas mayores. O, simplemente, viejos. Uno de ellos es Lito Giménez, actor principal de "Cuentas pendientes", novela de Martin Kohan. Giménez es un viejo huraño que vive en el mismo edificio que su esposa y suegra, pero que no comparte el departamente con ellas. Es un tipo hosco, que no escatima es actitudes de baja escoria, vil y despreciable. Es un personaje ajustado a la historia y que resuelve situaciones acorde a su temple. El otro, más popular o conocido, es Isidoro Vidal, de la novela de Bioy Casares, "Diario de la guerra del cerdo". Las características de Vidal aparecen en contraste a las de Lito Giménez, pues en el transcurso del relato se muestra como un hombre noble, buen amigo, solidario y hasta caballero al momento de la seducción. Inteligente y perpicaz para anticiparse a las situaciones de peligro que la historia describe, termina siendo un personaje agradable a la vista de quien se adentre en la novela. En cualquier caso, Vidal indicaría que se puede llegar a viejo sin perder la sutileza. Y Giménez, prototipo de hombre mayor descorazonado, marca el final de un camino en la hosquedad. La vejez da alternativas, y eso va a ser lo interesante de llegar a esas instancias.

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