martes, 30 de diciembre de 2008

Metz y el verosímil cinematográfico

Cristian Metz es uno de los intelectuales que más se acercó al lenguaje del cine y, por ende, uno de mis teóricos de cabecera cuando necesito entender algunas cosas inentendibles de este arte. Es interesante ver el desarrollo que hace para tratar de ubicar aquellos patrones que restringen lo decible, utilizando la definición de verosímil de Aristóteles como "el conjunto de lo que es posible a los ojos de los que saben". No se representa todo lo posible, sino lo posible verosímil. Reduccion de lo decible, restricción cultural y arbitrariedad son términos que utilizará Metz para demostrarnos que las censuras en temas y contenidos de los films no sólo tendrán connotaciones políticas y económicas sino también de carácter ideológico. Esta suerte de interiorización de las instituciones dominantes en nuestras distintas faces de asimilación de la realidad tiene como principal función ser una suerte de filtro invisible no solamente en los temas a abordar sino tambien en la manera de tratarlos. Claramente, esta idea se contrapone a ciertos autores abocados al análisis del sujeto espectador, como es el caso de Morley, cuyo desarrollo teórico puede situar las ideas de Metz como parte del razonamiento de la idea de la aguja hipodérmica. Es probable que esto sea una consecuencia del desarrollo del autor francés, pero en ningún momento la causa de su hipótesis de estudio, ya que siempre habla de un sujeto pre-edíptico solamente en su ingreso al recinto cinematográfico, analizando allí un nivel psicoanalítico que posiciona al individuo entre una forma de sueño y de vigilia.

Retomando el "circuito cerrado" que impulsa el verosímil, Metz cree en dos formas de escapar de estos cerco selectivo: por un lado, acrecentar el campo de lo decible, el objetivo que normalmente cumple el nuevo cine, aquel que muestra nuevas realidades anteriormente ignoradas. Sin embargo, estas obras no están exentas de caer en los modelos hegemónicos dominantes. Steimberg, en una de las proposiciones de su "Semiótica de los medios masivos" , ve en las obras anti-género la posibilidad de ser convertidas en parte de un género cuando adoptan fórmulas previsibles, planificables y consumibles para ser lanzadas en un mercado, una especie de mercancía para la compra y venta. Paradójicamente, es en el propio género donde Metz observa la otra forma de desprenderse del verosímil cinematográfico: cada tipo tiene sus reglas y códigos libremente asumidos, lo que da pie a límites permitidos basados en claras fórmulas.

El ejemplo elegido se relaciona con el segundo punto. La muerte de Santino, hijo de Don Corleone, muestra el límite dentro del ámbito del género policial. El mismo permite fantasear con ritos de venganzas familiares y muertes sangrientas como la de Sonny.

Por último, cabe resaltar que los films de género dejan margen para estereotipar situaciones, sujetos y acciones que sin tener contacto en la vida real permite al resto deducir a quienes refieren. En el caso de "El Padrino", la historia basada en el círculo de la mafia típica ítalo-americana acrecienta un modelo social del cual desconocemos por no compartir o haber compartido un espacio-tiempo con los personajes. Sin embargo, el cine permite divulgar (como parte de un conjunto de soportes técnicos de textos diferenciados) estilos de vida en cuya repetición se asimila un constumbrismo que termina generando una identificación tanto de culturas propias como desconocidas.