Hace tres meses que hay un tipo atrás de mi heladera. Lo descubrí una noche de no-calor, cuando fui a satisfacer un antojo de queso rallado. Ahora, cada vez que voy a la cocina, lo saludo y él me responde con un gesto. Si estoy de humor, le convido una aceituna.
El tipo sigue ahí, acurrucado y muy nervioso...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario