"En tanto que Aliona
Ivanovna hacía esfuerzos por desatar el hilo, se había aproximado a la luz. En
esta posición daba la espalda a Raskolnikov, y durante algunos segundos no se
ocupó de él. El joven se desabrochó el gabán y separó el hacha del nudo corredizo;
pero sin sacarla todavía, se limitó a tenerla con la mano derecha debajo del
sobretodo. Sentía una terrible debilidad en todos sus miembros. Comprendía que
cada instante que pasaba su debilidad iba en aumento; temía que se le escapase
el hacha de la mano, y le parecía que todo le daba vueltas alrededor (…) El
golpe dio precisamente en la coronilla, a lo cual contribuyó la escasa altura
de la víctima. La usurera lanzó un grito débil y cayó desplomada; sin embargo,
tuvo todavía fuerzas para llevarse los brazo a la cabeza. Entonces Raskolnikov
que, como hemos dicho, había recobrado todo su vigor, asestó dos nuevos
hachazos en el occipucio de la vieja."
("Crimen y Castigo", Dostoievski)
Ramón Mercader extrajo
el piolet. Lo percibió caliente y preciso en su mano. Sin dejar de mirarla
cabeza de su víctima, colocó la gabardina sobre el estante bajo, a sus
espaldas, junto al globo terráqueo, que se tambaleó y estuvo a punto de caer.
Ramón notó que sus manos se bañaban otra vez de sudor, su frente ardía, pero se
convenció de que para terminar con aquella tortura solo necesitaba levantar la
pica metálica (…)
-Esto es basura,
Jacson-y cruzó con su lápiz la cuartilla, de derecha a izquierda, de izquierda
a derecha. En ese instante Ramón Mercader sintió que su víctima le había dado
la orden. Levantó el brazo derecho, lo llevó hasta más atrás de su cabeza,
apretó con fuerza el mango recortado y cerró los ojos. No pudo ver, en el
último momento, que el condenado, con las cuartillas tachadas en la mano,
volvía la cabeza y tenía el tiempo justo de descubrir a Jacques Mornard
mientras este bajaba con todas sus fuerzas el piolet que buscaba el centro de
su cráneo. El grito de espanto y dolor removió los cimientos de la fortaleza
inútil de la avenida Viena.
("El hombre que amaba a los perros", Leonardo Padura)
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